Articúlo publicado por José Pablo Feimann en Página /12 el 30 de enero de 1997 tras la muerte de su amigo Osvaldo Soriano.
José Pablo Feinmann
"Osvaldo fue un invento irreemplazable"
Entre tantas cosas inesperadas (que se muriera, por ejemplo) ocurre tanto con los libros de Osvaldo que, abruptamente, se han transformado en sus obras completas. Siempre uno veía su obra como una obra abierta: era la obra que Osvaldo estaba escribiendo. Si este libro no me había gustado, tal vez me gustara el próximo, porque me habían gustado, y mucho, el primero y el segundo. Era, así, un escritor abierto. Un escritor vivo, con una obra en curso. Uno esperaba tener Soriano por, pongamos, veinte años más. Uno se había acostumbrado a vivir con Soriano. A esperar sus contratapas, a esperar sus libros. (En alguna especial medida esto me contempla: siempre fui su contemporáneo, ya que tengo su misma edad, ya que nacimos en el mismo año de 1943.) Cuando otro se muere uno busca siempre en su memoria algún momento que pasó con él. Cierta vez (habrá sido, creo, por 1987) Juan Sasturain convocó a algunos escritores para crear una serie policial que se llamaría "Disparos en la Biblioteca". Así, nos reunimos con Juan Martini (en ese entonces Juan Carlos), con Ricardo Piglia, Jorge Manzur, Sergio Sinay y, claro, Osvaldo Soriano. El Gordo estaba muy entusiasmado con su computadora. Creo que era el único de nosotros que ya utilizaba el teclado con pantalla. Y ahí estábamos: Sasturain, Martini, Piglia, yo y lo mirábamos muy atentamente mientras explicaba que la máquina de escribir había sido el invento más fugaz de la humanidad. La fugacidad (y no creo que el Gordo lo sospechara esa noche porque estábamos tomando buen vino, comiendo buen asado y luego, como siempre hacen los escritores, empezamos a hablar de mujeres y de libros y de cine, conjeturo que en ese orden) es una modalidad de la vida que nos cuesta aceptar. Uno vive como si fuera a ser eterno. O, al menos, a durar bastante. Pero no: somos como la máquina de escribir. Inventos fugaces. Sólo que en el caso del Gordo no hay teclado con pantalla que valga. Soriano fue un invento irreemplazable.
por J.P.Feinmann en el diario Página\12, 30 de enero de 1997.© 1997 Página 12. All Rights Reserved.
por J.P.Feinmann en el diario Página\12, 30 de enero de 1997.© 1997 Página 12. All Rights Reserved.